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Cazarabet

Piedras de río con agua.

El camino, muy intrincado, nos llevaba a un lugar apartado…justo a la orilla del río. Creo que huele a algas o a una especie de hierba sumergida, mojada , verde y viscosa…las aguas que pasan amansadas, sigilosas y raudas…se transforman  en contacto con estas plantas .Acaricio el agua haciendo que las palmas rocen su superficie, es fría, pero a la vez cálida. Es una sensación rara que me mantiene en silencio, pausada y muy libre. Sumerjo más las manos , se cierran los dedos como zarpas y atrapo unas piedras de río. Cuando voy a bañarme entre el agua salada del mar, hago lo mismo y creo que resulta igual de especial y de relevante…igual de misterioso y engrescador. Me encantaba entretenerme en la orilla y todavía me gusta cuando visita alguna costa  de piedras  del levante. Las piedras de un río con agua son tan diferentes que tengo la sensación de que el mundo, con sus lugares, son tan diferentes como sugerentes. Intento que las piedras reboten varias veces en las aguas del río… no lo consigo. El susurro de las aguas, entre las piedras,  es como una sintonía casi callada. Hay tranquilidad y la avifauna se deja escuchar…cantos variados y llenos de presencia. Dejamos este rincón cuando el sol se extingue, entre un cielo que no tiene el azul de otros días…es pálido , así el atardecer rojo, se torna naranja y se marcha  con más cuerpo…un color éste  que yo ya había visto dibujado en alguna piedra de río con agua.

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