RECORDANDO...
La mirada de la superación.
El recuerdo de Francesc Batiste Baila.
Aquel había sido un día difícil, muy difícil… casi imposible si es mirado desde este presente, pero el periodista tenía que oír a un testimonio directo de los campos de concentración y nada mejor que un republicano. Se sentó, suspiró y miró a su alrededor….parecía querer asegurarse que nadie le viese con los ojos inflamados por el dolor.
Empezó la charla que se prolongó y prolongó para volverse a prolongar. El periodista se levantó pesadamente de su asiento y caminó como si tuviese plomo en los pies hasta llegar a ver el mar. Allí, creo que lloró, por el remordimiento entre su tragedia y lo innombrable que aquella noche recitó, en una descripción tranquila, Francesc Batiste Baila. Allí más que nunca se acordó del sentido que tiene ser un hombre o una mujer en un mundo donde la dignidad prevalece por encima de cualquier otra consideración. Al periodista le costó entrar en casa, pero lo hizo. Le costó escribir la crónica, pero también lo hizo y le costó dormirse….le costó tanto que casi no durmió y cuando lo hizo tuvo pesadillas aceleradas. Fue como entrar en un bucle en que la conciencia palpitaba extrañamente.
Francesc Batiste Baila terminó el día cansado, abrumado por la emoción, consternado....pero ligero de pesares y con la conciencia mucho más ensanchada, como si le hubiesen insuflado aire. Durmió tranquilo, como aliviado y como si hubiese saldado una cuenta pendiente con la historia y la memoria.
“Si esto es un hombre” de Primo Levi marcó en el periodista un antes y un después con una intensidad que prolongó su sensibilidad hasta el presente. Así que tener la oportunidad de conocer a Francesc Batiste y hablar con él le parecía un honor y una suerte porque lo que él quería ser el altavoz de aquellos que habían vivido el horror. Francisco Batiste Baila se convirtió en un profesor de la vida; en un maestro de la conciencia y en un artesano de la bondad y la comprensión.
Gustaba de pasear por las calles de su población natal, Vinaròs...la sentía cerca, muy cerca como había sentido la vida en aquel día de liberación....en que, entre otras cosas, le parecía imposible respirar libertad. Creo que Batiste nunca se recuperó ni recuperó, pero si remontó y de todo este proceso salió un hombre mejor que agradecía la más ínfima muestra de complicidad y afecto.
Salió de Mauthausen maltrecho y como sacudido y nunca abandonó esa condición; pero supo superarla porque pretendía dignificarla día a día. Lo consiguió y con nota. Francesc Batiste como tantos otros es un ejemplo a seguir y escucharle, leerle se convertía en un ejercicio de comprensión paciente, nunca distante.
El viaje trágico de Batiste empieza mucho antes de llegar al campo de concentración ( 21 de enero de 1941). Su tragedia, como la de tantos otros, se desparrama el día en que los militares rompen el juramento de estar con la II República.... a partir de ahí y hasta el día de la liberación por parte de las tropas aliadas, todo fue a peor... que nadie crea que la acogida francesa fue la que obedece a los ideales de la República. A Francesc Batiste se le notaba un arranque de enfado cuando se hablaba de esto, pero si hubiese querido participar en un concurso de enfados y rencores....no se hubiese podido clasificar porque en su peregrinar por el drama del sufrimiento, Batiste, perdió el odio. Lo dejó sepultado donde se depositaban las cenizas del resto de compañeros republicanos.
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