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RINCONES DE NUESTRO TERRITORIO: EL XORRADOR DEL BERGANTES

A aquel niño de Barcelona trataban de consolarlo cuando sus amigos se iban a “L´ Avellà” de Catí a pasar a cambiar de aguas. ¿Cómo lo consolaban?, le decían que en la montaña no había mar y que, por tanto, no podían bañarse. El niño, en los primeros años, callaba ,se tranquilizaba y se conformaba…hasta se sentía afortunado al ver que él tenía mar, arena , mucho sol y que incluso se podía adentrar entre romeros, tomillos, espliegos…pero las dudas lo asaltaban cuando veía a sus amigos, los del pueblo cerca del mar , llegar contando aventuras y alguna salvajada. La verdad era aplastante :las cosas no pintaban tan mal de la vía del tren para arriba. Le hablaban de balsas junto a las huertas, de ríos sin agua, de excursiones a ríos con pozas, de escapes de agua desde el suelo….El niño de ciudad empezó a ver su tierra con más perspectivas que aquel gran tazón de agua salada que unos días era verde y otros azul…

 

Pasaron los años y el de ciudad fue rodando de pueblo en pueblo por los tiempos y compases vacacionales…terminó cortejando los ríos, riachuelos, sendas, caminos, pozas, saltos de agua…Descubrió una nueva forma de convivir bajo un agua que crecía con la lluvia y se calentaba, fácilmente, con el pleno sol de verano.

  

Aquella mañana había madrugado para andar las sendas de El Monegrell y la ribera del Bergantes. Sólo sus pasos y los ruidos de la vida diaria en un monte por el que serpentea un río. …el plan era bañarse en sus aguas a la altura de lo que muchos lugareños conocían como “El Xorrador”. Aún en los días centrales del verano mientras en la costa costaba encontrar un espacio para depositar la toalla…allí el niño de ciudad reconvertido a adulto de la vía para arriba, gozaba de un espacio idílico. Se acordó de aquello: “que n´aprenguin!!!”

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