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Cazarabet

Vivir a cada suspiro

Silvia se sentaba en una especie de sillón, las piernas estiradas y los pies asomándose por la barandilla. Allí pensaba y procuraba repasar los hastiados actos de un día cualquiera, recapacitando sobre los aspectos que le mantenían un tanto desquiciada. Había caminado muy distraída por las calles al ir de compras y había saludado, muy quedamente, a todas las personas con las que se cruzaba. Eso no le gustaba y , en adelante, procuraría que no se volviera a repetir. Había estado cavilando y preocupada en la tienda… pagó y se marchó, sin más, apenas habló con el tendero ni con nadie, sólo bajó de cierta extraña nube para decir lo más justo. Por la tarde, había estado extrañamente apagada…triste, escuchando músicas enroladas en el camino de tristes pensamientos y memorias…aquello servía de poco porque se distanciaban de la construcción y el arreglo de nuevas aventuras. Debía intentar evitar aquellos ratos, aunque le era extrañamente difícil…ahora recordaba que en esa lucha consistía su existencia. Se levantaba para luchar terminando por repasar el día en la terraza, en actitud de estar de vuelta de todo o de nada. Luego, las sábanas le acariciaban su piel, previamente enfundada en una camiseta demasiado reivindicativa para pasearla por la noche. Al fin, con todo esto, Silvia sonrió y pensó que esta noche era más afortunada que la pasada.

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