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Cazarabet

Piedra

Cuando todos esperaban nieve y se temía que esta pudiese  helarse; la mañana levantó las temperaturas y la tarde se vio afectada por un alud de nubes ennegrecidas, feas y que se enrollaban. La temperatura, después de bajar poco a poco se tornó como estática, sin carácter. El trueno quebró aquel silencio de una tarde que se volvió violenta. El silencio volvió como de repente, después de sucesivos rayos y truenos, pero duró muy poco, sólo se sintió por el efímero sosiego y por ser la pausa antes de que del cielo cayeran piedras redondas y blanquecinas, como copos de nieve apretados y endurecidos. Las calles quedaron plagadas de aquellas piedras que al chocar hacían el mismo efecto que pelotillas de goma. Era todo un espectáculo que presumimos irrepetible. Los dedos, una vez dejó de llover y el frío empezó a arreciar, se quedaban marcados en estas bolas. Entonces el cielo se volvió gris  y la noche interminable.

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