Un lugar donde poder vivir
El camino terminó....allá donde la llanura se perdió. El extenso valle se oprimía entre marismas de un color indeciso. ¿Azul o verde? El niño lo contemplaba desde su balcón y su balcón ofrecía nuevos cimientos para aumentar sus interrogantes que alimentaban una curiosidad fecunda. Casi ni pestañeaba porque su curiosidad era fuerte, recogida en un regazo. Cuando el cielo se fue cerrando él iba animándose....sus ojos se abrían aún más y solía emitir, descifrando… trabajosos suspiros de admiración por el mayor espectáculo del mundo. Las gentes volvían a casa y las luces amarillentas con rasgos rojizos se sentaban entre conversaciones ataviadas de ilusiones cálidas...El niño cerró su ventana, encendió su luz y abrió un cuaderno de texturas tan diferentes como sugerentes. Alternaba escritura a colores con dibujos al carbón. El día, sus días, quedaban allí calcados, sellados y expectantes por seguir la trama.
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