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Cazarabet

Microrrelatos

El charco

La niña saltaba alrededor del charco…. En realidad jugaba con él. Lo amenazaba de ser agredido por la invasión brusca de una fría suela de zapato. Las aguas del charco dibujaban el sonido de los saltos, emitiendo pequeñas olas sucesivas que iban perdiendo altura, grosor e intensidad. La niña, sin ningún complejo, se agachaba en cuclillas y admiraba aquel juguete que no encontraba en ningún gran escaparate y se sentía dichosa, respiraba hondo y corría hacia casa, faltaba poco para final de año…

Todo viaja desbocado

La acequia bajaba muy menguada por los días en que los de arriba frenaban  el cauce y su empuje con todo tipo de trampas y barreras, muchos peces murieron y los que no lo hicieron vieron reducida su calidad de vida y su libertad. El caballo del granjero de la Masía del Maquis llegó extenuado. El jinete desmontó con soltura y se dispuso a saciar su sed. El animal se acercaba cansinamente hacia la orilla y bebía de una pequeña balsa. El jinete acariciaba a Tos, así se llamaba el caballo, como si esperase consolarlo de algo … a Tos le gustaba el río en su estado puro como él bailar entre días de estrépito. Empezó a llover con ganas y Tos levantó la cabeza para que las primeras gotas le refrescasen el rostro. El camino de regreso fue más rápido, las gotas se hacían oír entre las hojas y la capelina del jinete….pero su sonido quedó sepultado por el rumor del agua enfurecida que bajaba aprisa por su camino natural…El río había sido liberado de trampas o las trampas habían sido destruidas por las aguas. Volvía a llover más fuerte, con rabia y Tos corría con la elegancia de los caballos que ven cumplidos sus deseos.

Noche de Magos de Oriente

Los niños y niñas circulaban por las calles con sus cazadoras y abrigos más acostumbrados al invierno de aquel país, conocido por los historiadores como el de Cazarabet. Las madres les llevaban  de la mano delatando a pares de  manoplas, guantes. Los ojos de los habitantes más jóvenes de aquel país se encontraban desde hacía unos días más redondeados que nunca….más grandes que nunca….con más brillo. Eran el síntoma de la enfermedad más deseada por ellos y por sus abuelos. Los niños y niñas de aquel país y de aquel pueblo eran víctimas de la ilusión….ellos lo conocían poco porque esto se empieza a añorar con los años…por eso los abuelos hablaban con aquella sabiduría y los padres con aquella gravedad que rimaba con realidad. De todas formas los más pequeños de Cazarabet no sabían ni de gravedad, ni de espesas realidades, ni de nada que no fuese soñar y dejarse querer. Los padres los miraban con la más sana de las envidias, sonreían y les acariciaban la cabeza. De alguna u otra forma los niños y niñas eran  su única ilusión antes de entrar en un declive que deberían vencer día a día.Al día siguiente llegaron tres magos del País de los Elfos llevando deseos, regalos e ilusiones…era un cinco de Enero de mitad del siglo XXI.

Dos zorros

Dos zorros

Dos zorros asomaron  su cabeza entre los matojos y las zarzas…nos miraron, elevaron su cola que más bien parece un abanico de pelos enredados y sin orden… el zorro es un animal libertario, escurridizo y que, por desgracia, no tiene buena prensa….ya en los cuentos de infancia se decía que el zorro era el típico ladrón de  gallinas en el corral…. gallinas y todo lo que encontraba de manera apetecible.De todas formas el zorro tiene algo especial en su mirada ensimismada, en su andar despejado y desafiante, en su repentino cambio de ritmo…..y en su mirada. Si un día por remoto que parezca te encuentras cara a cara con un zorro, su mirada no es maligna…yo diría que es honesta y sincera. Él vive de lo que vive o, mejor dicho, intenta sobrevivir….  Como nosotros que criamos animales para sacrificarlos, que cazamos…Los dos zorros nos hicieron parar el coche varias veces, nos dio la impresión que jugaban con nosotros: paseándose por el camino, saltando entre los matorrales, infiltrándose  por los caminos enzarzados, enrarecidos y casi desaparecidos. Así que ni yendo sigilosamente los pudimos ver de manera detenida. Toda nuestra atención se centró en una especie de acequia todavía con trazos de barro… las últimas tormentas estaban presentes. Entonces tuvimos suerte, aunque fuese repentina: un zorro  veloz y casi discreto bajó por una especie de vaguada… se enfiló rápidamente  y desapareció entre la maleza…de pronto vimos aparecer, como un saltarín, a un zorro que se metió haciendo malabarismos por entre el suelo medio embarrado y las espinas de las zarzas…lo hizo tan rápido que lo que más pudimos ver fue su cola que se encontraba esturrufada.

nikosia

Primer día del noviembre del 2006. 

Sólo se nos puede ocurrir a nosotros, caminantes de neuronas alteradas, hablar de amores en el día de todos los santos. Originalidad no nos falta y buen sentido tampoco. El poeta más romántico para los estudiantes del bachillerato de antaño era de Bécquer...una especie de icono que se convirtió, bajo el estigma de su dramática y temprana muerte, en un referente mítico que....eso sí, se ha ido disipando. Este señor unió, como ustedes, romanticismo y poemas remolones con las leyendas típicas de esta noche previa a los santos y a las almas....Quizás , todos, llevemos a un Bécquer dentro con sus amores y sus prodigios en miedos impregnadas de muertes.

Amores, sentirlos, es una de las mejores cosas que nos pueden pasar hoy en día, aún con el riesgo de caer en cierta desgracia....nunca pasajera porque a veces se eterniza hasta tornarse azul añil permanente y duradero en todos los días.

Amores sacude, dentro, como una melodía que no encuentra lugar fijo en el pentagrama, se deshace ,casi muere....pero vuelve a resurgir valiente, desafiante...con nuevos bríos.

 

EL TÍO COSA

El Tío Cosa era un personaje que salía por la televisión hace muchísimos años. Como un fantasma sin nombre o un ciego sin alma....el Tío Cosa daba  una sensación vaga a todo el mundo. Pasaba con una sola sílaba en todo un programa, lo que arreglaba el día a más de un guinista con hipotonía neuronal en su particular rincón creativo  y no decía ni “muuuuuuu” en más rato....era una cosa sin nombre, sin voz y si lo mirabas durante mucho rato ,su rostro, se disipaba...El Tío Cosa era algo peludo que andaba por allí negando y asintiendo o no se molestaba ni en hacerlo, pero el Tío Cosa gustaba, sobretodo a niños que ahora son niños grandes preñados de ilusiones pretéritas.....lo que demuestra que el Tío Cosa era algo más, o algo menos, que una cosa andante con pelos y alguna señal.

el miedo en el estómago

 

Cuando dejaba de mirar al resto y me retenía hacía yo misma :me sentía impotente y distante con todo y con todos.....era una especie de miedo que me atenazaba el estómago hasta la más pura náusea .yo muy triste por no poder gozar de aquella especie  de impulso que hacía que todos mis músculos estuviesen en forma y, ya por fin, en alerta.

Todos estábamos pensando en lo mismo y ya no nos importaba ni el suelo ,ni la temperatura, ni la calidad del aire....teníamos que correr una importante carrerea contra los contaminantes atmosféricos y teníamos que hacerlo en pocos minutos.

LO QUE ES FÁCIL

 

Me había embestido la frágil idea de que aquello tenía que ser fácil. Estaba seguro que así sería porque lo había visto hacer muchas veces . Entre el barrizal de nuestras pretensiones sus ansias me producían escalofríos y esperaba, muy en el fondo, que aquello terminase de una vez .. Miquel había mirado ,ya en corto período de tiempo, el aspecto del cielo. Seguía encapotado.

EL CABALLO Y LA SOLEDAD

 

Erase una vez ,un caballo que vivía solo,comía solo y dormía solo....De todas formas, Tobías, así se llamaba el caballo, relinchaba y hablaba su propia lengua como un caballo cualquiera y a la hora  que le viniese en gana. Tobías también sonreía y podía percibirse que sentía lo que pasaba a su alrededor mejor que cualquiera de nosotros. Simplemente ,Tobías, era un caballo con argumentos y con muchos sentimientos que esparcía al aire, como su amigo el viento con el que jugaba todas las mañanas, tardes y en algunas noches doradas por las estrellas....Pero llegó un día en el que Tobías conoció al frío pegajoso; ,la noche tapada y apesanumbrada; el calor sofocado que subió al amanecer de entre los polvos del suelo; el sol alto que le achiharraba los pensamientos; la boca seca  y pastosa que no le dejaba articular ni una sola palabra del vocabulario....aquel día, por primera vez en sus años de latidos interminables, el caballo Tobías supo lo que era la felicidad y se sintió capaz de serlo.